Gaztelugatxe, el castillo de roca

   En tu viaje al País Vasco, tienes que dejarte seducir por la belleza de este islote situado en la localidad de Bermeo. Lugar mágico elegido,  en otros tiempos, por brujas para celebrar sus "akelarres", y coronado por la Ermita de S. Juan, donde después de subir unos 240 escalones deberás tocar su campana tres veces para ahuyentar los malos espíritus o para cumplir tu deseo. Si esto no ocurriera, en este punto, las impresionantes vistas del bravío Cantábrico golpeando las rocas y el horizonte infinito de azules, serán una recompensa que nada tendrá que envidiar al mejor de tus deseos.
   Se encuentra a unos 35 km de Bilbao, puedes llegar en coche, casi hasta el comienzo de la lengua de roca que une la costa con el islote. Para llegar a la Ermita de San Juan tienes que tomar fuerzas y subir la interminable escalera construida sobre la piedra, no te asustes, el paisaje te llevará distraído y cuando te des cuenta estarás arriba.

   Cuentan que al final están las pisadas de S. Juan, grabadas en la piedra, como señal de su visita y motivo por el que se puso su nombre al santuario, si las ves pisa encima de ellas para que te traiga suerte.

   La Ermita es originaria del s. X, pero su situación estratégica le ha proporcionado una larga historia de saqueos e incendios que ha hecho que actualmente esté totalmente reconstruida. En el exterior una larga cuerda para que los turistas toquen la campana y un refugio donde descansar gozando de las vistas, su interior es difícil visitarlo pues casi siempre está cerrada.

      Una vez arriba prepárate para respirar fuerte y grabar sensaciones e imágenes irrepetibles , aquí el mar siempre agitado por el incesante viento mantiene una batalla constante con la tierra, abriendo aquel, cuevas, túneles y arcos, y manteniéndose fuerte ella, en zonas de resistente piedra, dejando islotes como testigos de su superioridad.

   Gaztelugatxe y su vecina, la isla de Aketxe, forman el corazón de esta zona costera declarada biotopo protegido, por su riqueza natural, las formaciones rocosas, la variedad de materiales geológicos, la acción del mar que ha dado forma a los acantilados, la multitud de cuevas y pasajes submarinos, grietas y canales, que hacen de hábitat ideal para una diversa flora marina.

  
  La inaccesibilidad de los acantilados e islotes crean las condiciones adecuadas para que aves marinas como el cormorán moñudo, la gaviota patiamarilla, la paloma bravía o el paíño europeo encuentren aquí el paraíso para anidar.

   
   A esta visita puedes dedicar una mañana completa y no te arrepentirás, vas a disfrutar del embrujo y la atracción de este impactante lugar donde historia y naturaleza enamoran.


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