Olvídate de la ciudad industrial y gris de los años 70 porque Bilbao se ha convertido en un centro cosmopolita de arquitectura moderna, de tradiciones arraigadas y una gastronomía que seduce a todos los gustos. Prepárate para descubrir los diez lugares de la ciudad que reflejan esta mezcla encantadora y sorprendente:
Muniellos, los dominios del bosque.
De vuelta al paraíso verde, Asturias, encontré el Bosque de Muniellos, ese lugar donde el hombre no existe, el mayor robledal de España morada de árboles infinitos con troncos de diámetros imposibles, hayas y abedules, acebos y tejos, hongos y líquenes, cientos de especies de setas, distintos ecosistemas con una diversidad vegetal y animal de las más ricas de Europa. El verde lo envuelve todo, la lluvia omnipresente se ocupa de mantener la vida y sólo 20 personas al día pueden...
Piedra: Monasterio y Parque
En Zaragoza, en el municipio de Nuévalos, entre sierras se esconde un espacio único, en el que el río Piedra abriéndose camino, forma cascadas, saltos de agua espectaculares, cavernas por las que pasear y lagos apacibles donde descansar. En todo el recorrido nos acompaña, en unos tramos el ensordecedor sonido del agua al caer, en otros el frescor del agua que salpica por doquier, y a veces la paz que evoca el canto de multitud de aves que tienen aquí su paraíso.
Gaztelugatxe, el castillo de roca
En tu viaje al País Vasco, tienes que dejarte seducir por la belleza de este islote situado en la localidad de Bermeo. Lugar mágico elegido, en otros tiempos, por brujas para celebrar sus "akelarres", y coronado por la Ermita de S. Juan, donde después de subir unos 240 escalones deberás tocar su campana tres veces para ahuyentar los malos espíritus o para cumplir tu deseo. Si esto no ocurriera, en este punto, las impresionantes vistas del bravío Cantábrico golpeando las rocas y el horizonte infinito de azules, serán una recompensa que nada tendrá que envidiar al mejor de tus deseos.
Cuenca, acogedora y encantada
Valle del Jerte: cerezo en flor
En Cáceres, entre la Sierra de Gredos y Plasencia se encuentra el Valle del Río Jerte, afluente del Alagón, paso natural de trashumancia, camino real que todavía hoy se utiliza para el traslado del ganado.
Este amplio valle que acoge once pequeños pueblos nos regala en cada rincón un verdadero espectáculo, la lluviosa primavera ha hecho que cascadas, ríos, arroyos y pozas nos deleiten con el frenesí de aguas en movimiento y el canto de cientos de aves que nos hacen mirar al cielo.
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